Estamos en mi época favorita del año, el clima es fresco y quizá por ser alguien que siempre ha tenido relación con el campo las celebraciones lúgubres que tienen que ver, al menos originalmente con el cierre del ciclo agrícola en el hemisferio norte me interesan mucho y me gusta su atmósfera, además por aquí cae mi cumpleaños, que disfruto mucho pasándolo apaciblemente.
Inmediatamente se asocia a México con el Día de Muertos, esta celebración de origen indígena mestizada con su homologa católica ha tenido mucho auge en la cultura pop mundial últimamente, hasta el ratón de las caricaturas ha sacado su tajada. Pero como en todo país relativamente grande existen muchas variaciones y diferencias entre regiones de modo que lo que es tradicional en algunos sitios no lo es en todos, al menos hasta que se decide hacer conscientemente.
Luego de la revolución Mexicana, intelectuales de los que José Vasconcelos fue el más prominente trabajaron intensamente para construir una identidad nacional (inspirándose mucho en lo que ocurría en Alemania o Italia) tratando de amalgamar un territorio muy grande lleno de gente muy diferente entre sí, donde incluso el español era una especie de lengua franca solamente. Una de las cosas que hicieron fue tomar expresiones culturales de ciertas regiones que consideraron propias y valiosas para promoverlas en todo el territorio, y quizá la más fuerte fue el Día de Muertos propia del sur del país; para ello utilizaron la educación pública y a los profesores como promotores educando sobre la misma y organizando eventos donde se hacían altares, una forma de homenaje a personas fallecidas, cosa que sigue hasta la fecha.
Yo soy de una región donde tal esfuerzo coincidió y chocó con la celebración católica del Día de Todos los Santos, se vio como algo exótico e idolatra y hasta hace poco o incluso el día de hoy es rechazada, yo todavía fui educado en casa a no hacer caso a lo que me dijeran en la escuela respecto a eso y a verlo con desdeño. Mi familia y región quedó trastornada por la Guerra Cristera en los 20's, lo que provocó en mucha gente una desconfianza y rechazo irracionales por decenios a cualquier cosa venida del gobierno federal, lo que incluía la educación pública y sus intentos de promoción cultural, a cambio creían ciegamente en la iglesia, también les pasaron cosas malas por eso, como que muchos niños morían de enfermedades porque la gente rechazaba las vacunas, yo todavía conocí gente que sufría secuelas de polio o tuberculosis; tampoco ayudaba que las brigadas de vacunación estuvieran integradas por el ejército, jajajajaja.
Por otro lado, luego de ese largo proceso y de décadas estado bajo el gobierno de un partido único con todas sus cosas malas, creo que estamos entrando al siglo XXI con una identidad nacional muy bien afianzada, que no es poca cosa para un país tan diverso, y aunque sea bastante artificial y tóxica en muchos aspectos el caso es que está muy consolidada, y en esta época donde están aflorando regionalismos en muchas partes (aquí mismo los hay, es un milagro que el país no se haya fragmentado en el S.XIX o incluso bien entrado el XX) me parece una cosa menos de que preocuparse, aunque haya amagos de división por otros lados, adjudicarse o pretender zafarse de algo tan grande como esa identidad tan largamente construida es muy difícil. Sí, claro que prefiero un país cohesionado.
Me gusta mucho el día de muertos, pero lo seguiré viendo hasta el final de mi vida como algo exótico y ajeno, es algo política y socialmente impuesto que me tomo de forma relajada, tampoco me parece sana la presión social mayoritaria y pasional sobre cualquier cosa, así me tocó nacer, y por otro lado fingir ignorancia y desinterés al respecto me parece divertido ante mi generación, la que lloró con la versión de Disney y se arropa y perpetúa la visión holliwoodense de James Bond, eso si es colonialismo blando a un nivel que el Halloween nunca soñó, nos comportamos y nos vemos como imaginan que nos comportamos y nos vemos.
Siempre me desvío mucho...
Este año participé e un proyecto con dos amigos fotógrafos consistente en tomar fotos de artesanos y artistas de nuestro pueblo en sus talleres y/o ejerciendo su oficio con la cara pintada de pand... digo, de calaveras, aunque yo parezco más salido de un vídeo musical de black metal que otra cosa. Yo hice los maquillajes, escribí las calaveras (versos alusivos a la muerte figurada de un sujeto, que puede ser un individuo o colectivo, institución etc. pudiendo ser entrañables, cómicos, aduladores, pícaros, críticos, de burla, de ataque... como es lógico los políticos son el blanco por excelencia. Su composición es otro de los ejercicios promovidos en la escuela, son frecuentes los concursos y es genial por donde se vea poner a escribir a los niños) que acompañan a cada oficio y como no, salí de herrero (hubo también panadero, músico y obrajero); nos divertimos mucho, en mi taller ingerimos varios litros de cerveza y mis amigos pudieron sentir el calor y el suave tacto de las voladoras partículas de escoria en sus carnes jajaja. El resultado me encantó, véanse las increíbles chispas que saltan al golpear acero a temperatura de calda:
Calavera al Herrero.
Calzador...
de rejas y caballos,
ya no veo el humo
y el yunque
no canta hace muchos años.
Quizá
por tus asesinos cuchillos,
a los infiernos te arrojaron;
pero la pasas bien,
la lumbre
te hace poco daño.
En las torturas
ya tienes un trabajo:
para marcar pecadores
le calientas el fierro al Diablo.
Saludos.