28 de marzo de 2015

"Fuelle" japonés.

Últimamente he tenido muchas complicaciones con mi mal llamada fragua, sobre todo porque me falta temperatura para algunos procedimientos, cosas que incluso ya hice antes. Y conozco la razón: necesito más aire.

Soy un vago, no es necesario recalcarlo, por eso en todos estos años con EL INTENTO DE ARMERIA todas las cosas que he mostrado aquí y muchas otras que no, las he hecho solo con la ayuda de esto:

Un ventilador, o más bien lo que queda de él, eso es lo usé desde el primer día que empecé a jugar al herrero y jamás se me había ocurrido siquiera remplazarlo por algo mejor, no es ni de lejos lo más ortodoxo, pero durante estos años me di mis mañas con él, aprendí los paramentos de la forja, fundí metales e incluso llegue a caldear aceros..... hasta ahora que ya necesita su jubilación en forma urgente, y es que el pobre ya no es el mismo de antes.

A veces también hay que jugar al adulto responsable y tener trabajos y fechas de entrega...y para este juego mi viejo ventilador ya estorbaba más de lo que ayudaba, y me hacía prácticamente quemar carbón en vano, así que debí buscar una solución, algún otro artilugio para soplar aire en la fragua, algo que fuera muy fácil de conseguir o fabricar, eficiente y sobre todo lo más barato posible..........un sueño pues.

Pero descubrí que ese sueño existe.

Con esta misión me puse a buscar en los hediondos pantanos de mi mente y recordé que hace años mirando un documental sobre la katana, ese famoso sable japonés, me llamó la atención que el señor que forjaba una de esas hojas avivaba su fragua con una especie de caja de la que jalaba y empujaba un palo.


En aquel entonces busqué algo de información, pero no pasé de allí, ahora que la necesidad apremia decidí que podría hacerme un aparato de esos, al fin que no se necesita mucho más que madera -el precio del cuero me hacía prohibitivo construir un fuelle occidental, que además es un diseño más complejo y que requiere de más tiempo y cuidado-, así que busqué un poco más.

Sería en castellano incorrecto nombrarle "fuelle" porque básicamente es un cajón, aunque seguiremos nombrándole así por efectos prácticos y porque cumple la misma función. En inglés se le puede encontrar como "japanese box bellows". Su nombre original es "fuigo", curioso que se parezca tanto a "fuego" ¿no?


No necesité buscar mucho para comprender plenamente como está hecho y como funciona, es de lo más simple:

Está dividido en dos cámaras:  una grande a su vez con una separación móvil que a modo de pistón lleva a cabo todo el ciclo con su movimiento y otra más pequeña que colecta el aire y lo expulsa.
Comparándolo a un motor podríamos decir que tiene dos tiempos; expansión y compresión, el primero con admisión y el segundo con expulsión.



Como se ve en esos increíbles gráficos de la cámara mayor, está se divide en dos por el pistón, cada una de estas sub-cámaras tiene dos válvulas, un en la parte superior de admisión y una abajo para la expulsión hacia la cámara pequeña.

Así que puse manos a la obra con urgencia.
No compré nada de madera, simplemente rapiñé en la casa de mis padres, de hecho el tamaño de mi fuelle está determinado por el maximo provecho que le pude sacar a los trozos de triplay o contrachapado que pude agenciarme, quedó en 80cm de largo por 40 de altura y 37 de ancho para la cámara grade. salvo por unas piezas de la cámara pequeña y la tapa de la cámara grande que son más gruesas, todo es de media pulgada de espesor.


Es muy simple solo cortar, encolar, clavar...la carpintería más básica.


Con el cajón principal armado pasé a calar los orificios de las válvulas.


 El agujero para el pistón lo comencé con la broca más grande que tengo y luego con uno de esos accesorios de piedra de oxído de aluminio para el taladro, descubrí que desbasta fácilmente la madera y quedó con el tamaño perfecto para pasar un palo de escoba, que es lo que usé.


En esta imagen se puede ver la cámara mayor ya armada con todos los orificios para las válvulas y sus posiciones. Esas maderas horribles son las que usaré para la cámara pequeña.


Que queda mas o menos así:


Armé todas las piezas lo más justo que pude, las pegué y uní con clavos, pero por si las dudas sellé con silicón todas las juntas por dentro para evitar cualquier fuga.

Hay que hacer un orificio al centro de la cámara pequeña, este será por donde el fuelle expulsará el aire, lo hice igual que el del pistón. 


Sigue colocar las válvulas, utilicé unos retazos de vaquetilla de 3mm de muy buena calidad, inicialmente pensé en pegarles una pequeña lámina de madera para darles rigidez, pero cuando hice una prueba me pareció que con el cuero solo es más que suficiente. Hay que engrasarlo generosamente para protegerlo y para que flexione fácilmente.




La válvulas de admisión van puestas desde adentro para que puedan abrirse y succionar aire del exterior durante la expansión y se cierren en la compresión, las válvulas que van a la cámara pequeña se abren al interior de ésta, de este modo pueden abrirse durante la compresión para dar paso al aire desde la cámara grande y cerrarse en la expansión, alterándose según el momento que se encuentre su lado de la cámara grande de modo que cuando una se abra la otra se cierre, así el aparato sopla constantemente.


Queda hacer el pistón, es básicamente una pieza de madera solo un poco más pequeña que la medida interior de la cámara grande, yo la corté de  un retal de triplay de 7mm de grueso, como me pareció que necesitaba más peso y consistencia le clavé algo más de madera y le dejé un tornillo en el centro para recibir el palo, a parte de ir bien apretado esta fijado con resina epoxi.


Se necesita algo para cerrar lo mejor posible el espacio entre las paredes de la cámara y el pistón, lo que he visto que se usa tradicionalmente es alguna piel bien peluda, a falta de eso bueno es un pedazo de toalla. 


Para fijar definitivamente el palo al pistón hice alguna chapuza, pero quedo firme firme.


Esas dos piezas de madera clavadas de manera tan improvisada a la pared de la cámara son topes que determinan hasta donde puede llegar el pistón, esto es importante para que no interfiera con el funcionamiento de las válvulas de expulsión. 


Ahora ya podemos cerrar la cámara grande con la tapa, es una tabla que me encontré, la pegué y la fijé con clavos pequeños que apenas y entran en las paredes, así si necesito dar mantenimiento será fácil abrirla.

Como manija le puse provisionalmente una guarda de una espada que Ramón me pidió que le tuneara, como es una pieza de hierro fundido no es reutilizable en otra espada y no se puede esperar más de ella.

Y entonces ya tengo fuelle:


Es horrible, una de las cosas más desagradables que he malparido, pero lo hice todo en cuestión de horas por necesidad. Y estoy encantado.
Es mucho más eficiente de lo que jamás imaginé, me siento muy  tonto por no haber hecho algo así antes, realmente me impresiona todo el beneficio que ofrece este artilugio a cambio de unos materiales y un trabajo de fabricación tan simples. Así que niños que quieran jugar a ser herreros y no tengan demasiados recursos: háganse uno de estos desde ya, ahorrense problemas, frustraciones y sobre todo, tengan una herramienta que realmente les permita progresar.

Pero mejor verlo en acción:



Me encanta como trabaja, lo mejor es que por primera vez en mi carrera puedo insuflar aire desde abajo, no puedo creer de lo que me estaba perdiendo.
Las piedras que tiene encima son para darle más estabilidad porque al empujar o jalar lo arrastro completo y eso que pesa 21 kg y todavía sin que el pistón toque los topes, tan solo con la resistencia que ofrece el aire, es bien cierto que eso se reduciría con que las válvulas de expulsión fueran más grandes, pero así me gusta porque el forzamiento hace que aire salga con muy alta velocidad. También eso da idea de el esfuerzo que se requiere para operarlo, no porque sea demasiado pero es constante por tiempo prolongado, pronto tendré unos hombros y espalda espectaculares.

Quizá lo mejore estéticamente después, o mejor me haga uno más grande y mejor planeado, ahora estoy desesperado porque ya tengo con que darle aire a la fragua.... y está lloviendo.....por eso estoy escribiendo esta entrada.....ya...... parece que no llueve, me voy a trabajar.



9 de diciembre de 2014

Test angones.

Pésimo audio, pésima técnica, pésima cámara, pésimo vídeo.

Pero es imposible pasar la niñez y la adolescencia mirando documentales de armas medievales sin tener fantasías cuasi eróticas con hacer algo parecido.

Esto lo grabé hace ya meses cuando los angones eran nuevos, inicialmente pensé que lo repetiría haciéndolo todo mejor, darle algo de glamour y eso, luego estuve seguro de que lo editaría antes de subirlo, al menos para arreglarlo un poco, ahora que me volví realista sé que no pasará ninguna de estas cosas, así que para que no muera en el olvido de mi disco duro, va como va.

"Porobé" mis angones contra el escudo vikingo obeso porque ese día no tenía nada mejor que hacer. Y como a esta hora si tengo muchas mejores cosas que hacer, pues procrastino y lo subo. Como se recordará las puntas son de hierro y no están templadas, pero están endurecidas por picado, la verdad me sorprende lo mucho que aguantan y retienen el filo.


Las afilé primero a lima y luego con piedra, la grande tiene unas barbas especialmente aterradoras.


No hará falta mencionar que los angones en vuelo son una cosa de temer sobre todo si aciertan a alguien en partes blandas, partes que a los humanos nos sobran, sobre todo si estamos gordos. En fín, disfruten ustedes:

Los lanzamientos son malos, en otras ocasiones no filmadas logré que la punta del angón atravesara el escudo con un buen pedazo de asta incluido, aun cuando como repito en el video, el escudo no es histórico, es una bestia demasiado gruesa y pesada.
En la primera oportunidad el primer angón solo rozó el borde superior del escudo causando un corte en el cuero crudo, eso hubiera sido perfecto pues de habría metido en la garganta del tipo que sostenía el escudo, pero para efectos de esta prueba no funciona, después de ese roce se golpeó contra una piedra torciéndose un poco el asta, pero como se ve pude repararlo en un segundo, enderezándola contra el muslo. El segundo solo lo arrojé por arrojarlo pues el escudo estaba caído por el roce del primero.
En la segunda vuelta el primer angón, el de la punta grande, golpeó de lleno en el borde del umbo, 4mm de hierro nada más, así que apenas y dejó un rasguño, se dobló su asta de forma importante. De todos modos la actuación del de punta pequeña no estuvo nada mal, se clavó bien duro y a un escudo histórico o a un cuerpo humano lo habría pasado fácilmente.

Sepan que empiezo a tomarme en serio esto de la documentación en video, ya mostraré cosas más decentes en breve.


22 de noviembre de 2014

Gato gato ¿dónde estás?


No todo son armas, hay demasiadas cosas como para tener un respiro alguna vez.

Un libro para niños (sí, un libro) (sí, para niños) hecho en colaboración con mi amigo Pulga para un concurso que obviamente no ganamos. Sí, hago libros infantiles también, cosas más bizarras ha visto el mundo.

La historia está escrita a modo de poema con cada estrofa ilustrada, combinación de dibujos a mano y edición digital.


Trata sobre un gato que desaparece. Hablando de de desapariciones y de incertidumbre.


                    Leer Gato gato ¿dónde estás?   

7 de septiembre de 2014

Desfaciendo entuertos I, El Martillo de Guerra.

Una de las cosas que he aprendido es que cuando se trata de construir cosas, por más clara que este la idea, es muy probable que en la practica surjan detalles insospechados, pero muy importantes puesto que tienen que veer con el uso real de la cosa. Y las armas medievales no son la excepción. Por ello la conveniencia de que esa cosa quede mal ante uno mismo o ante un amigo que no tenga empacho en comprender la situación y regresarla a la linea de producción para corregir sus defectos.

Esto fue lo que ocurrió con el martillo de guerra que hice hace tiempo para mi amigo Ramón y que publiqué en su momento.



Bueno, no estaba tan mal y nadie perdió algún miembro por su mala fabricación tampoco, el engendro tenía dos detalles a saber:

*El puño era exageradamente grueso, no admitía manos más pequeñas que las del Gigante André.

*Con el uso (es imposible no jugar a golpear cosas con este bebé) la cabeza se aflojó un poco.

El detalle del mango fue una negligencia mía de la que no fui del todo consciente por entregar el arma a toda priesa, en aquella ocasión encordé el mango con un cordón demasiado grueso y encima lo cubrí con vaqueta bien gorda, además quedó con una sección casi redonda, algo pésimamente anatómico.

Lo de la cabeza no es novedad en realidad, como se recordará remaché el asta de fierro por encima del ojo de la cabeza. La "montura" del remachado del asta por sobre la cabeza fue más bien pequeña, sinceramente yo creí que serìa suficiente, pero ya he visto que no, además al ser de simple y blando fierro y, expuesto a golpes no es de extrañar que cediera un poco llegando a producirse un pequeño juego.

Después de muuuuuchooooo tiempo de que el martillo fuese un poco más que un adorno inútil por estos defectos, llegó el momento de ponerlo en condiciones.

Así fue como desempaqué el martillo que me hizo llegar Ramón junto con otras cosas necesitadas de tuning de las que ya iremos hablando:


Como se ve, intentando mejorar el agarre mi amigo eliminó el cuero y el cordón exponiendo solo la madera, con lo que él solucionó efectivamente el problema, aunque solo las dos mitades de madera pegadas serían algo débiles para usarlo rigurosamente, (claro que nadie va a ir a la guerra a perforar yelmos con esta cosa, pero hay que trabajar en él como si verdaderamente fuera a ocurrir) era menester reforzarlo y además había que mejorarlo estéticamente.

Lo más importante era arreglar bien la cabeza que presentaba un ligero bailoteo.
Cogí un martillo de bola pequeño y con paciencia, suavemente y en frío fui golpeando y deformando el remache de la parte superior hasta extenderlo y apretarlo mucho más y dejar la cabeza sólidamente fija:


Pero para estar completamente seguros de que no se moverá, tomé otra medida: un remache pasante. Taladré la cabeza del martillo asegurandome de pasar también por el asta atravesando todo el conjunto:



Por ese agujeríto pasé un clavo de acero muy muy apretado a golpes, cuando logré meterlo todo (no sin muchas maldiciones) corté el sobrante y lo remaché asegurándome de dejarlo bien apretado. Por si fuera poco todavía golpeé y apreté aún más el remache superior. Ahora si, esto no se afloja por nada:


Siguiendo con el agarre del martillo lo único que necesité fue rebajar más la madera para dejar espacio al nuevo encordado y al nuevo cuero.


Una vez rebajada lo suficiente la madera volví a encordar el puño, a plastificar el hilo con resina epoxi, en esta ocasiòn no encontrè la resina transparente que he usado siempre y comprè otra color negro con agregado de acero, que aparte de adherirse al endurecerse queda como un plàstico muy duro




Luego a cubrirlo con cuero -está vez más fino- fijado o con pegamento de contacto y apretado encordandòlo encima, teniendo esta vez una bonita y cómoda sección oval lo suficientemente fina como para que lo use una señorita.


Para rematar me puse artístico con mi juego de limas pequeñitas y adorné un poco la cabeza de armas, verse bien no está peleado con la la letalidad. Repulida y aceitada general y de regreso a tu hogar, criatura.


Y así puedo dar por terminado finalmente este trabajo después de tanto tiempo. Sobre todo aprendí cosas importantes para que trabajos futuros salgan bien pensados y no den dolores de cabeza a sus amos. El martillo está listo para regresar al estante de exhibición, con la plena confianza de que si el orden establecido y la tecnología colapsan sumiendo al mundo en la anarquía y en emocionantes combates cuerpo a cuerpo por las calles de nuestras ciudades, o si comienza el apocalipsís zombie, siempre estará listo para lo que sea y, con estilo.




17 de abril de 2014

El Angón.

En EL INTENTO DE ARMERIA ciertamente pecamos de desatendidos, vagos y perezosos, o lo que es peor,  estar sumidos en una desidia de lo más aletrgante y asquerosa, tal como lo demuestra don Godo viendo pasar la vida tumbado en el perpunte.


Pero si tenemos una virtud, si es que se le puede llamars así, es que bajo presión es posible trabajar a un ritmo vertigínoso y hacer todo lo que no se ha hecho antes, bueno no todo, pero cualquier cosa tangible, que ya es algo. Es lo que pasa siempre que se acerca el Festival Medieval de Guanajuato, y vaya que este año hay trabajo pendiente, bueno, una cosa que milagrosamente he terminado es un tema que me tenía seducido desde hace mucho, un arma arrojadiza llamada Angón.

Un angón es un arma tardoantigua-medieval, no es más que un tipo de jabalina que tiene su origen en el pillum romano y su vida operativa se extendió por prácticamente toda la Edad Media, para conocer sus pormenores recomiendo ampliamente la lectura de la entrada que el Sr. Amo del Castillo le dedicó en su momento.

Como su antecesor el pillum, con el que los romanos hicieron tanto estrago por donde pasaron, el angón era una jabalina de punta pequeña unida a un fierro largo y delgado diseñado para doblarse al impactar y/o a ser un estorbo irrompible una vez que la cabeza se clavaba en el escudo del enemigo o en sus propias carnes, eran pues armas de choque que se arrojaban unos metros antes de llegar al cuerpo a cuerpo, aunque no son nada descartables como armas para el cuerpo a cuerpo tampoco, pues aunque puedan parecer frágiles tienen un gran tramo de fierro tras la punta lo que las hace menos vulnerables que las armas de asta de madera normales. Lo que define al angón es que pasó a tener puntas barbadas y más delgadas que las piramidales de los pillum, además de cambiar el modo en que se fija al asta, el pillum tenía un extremo plano que se encastraba en la madera y se remachaba como si fueran cachas, el angón tenía un cubo de enmangue como el de cualquier lanza. De hecho me parece que el pillum es más fácil de construir y más apropiado para una cadena de montaje a gran escala. pero el angón es más simple de reparar y mantener, por ejemplo para cambiar un asta rota ni se prescisaban de herramientas, que el pillun si habría requerido, el cambio debió ser por las adaptaciones a los recursos de un imperio en declive y a la hechura que acostumbraban los pueblos bárbaros que dieron su interpretación del pillum, y como al final del imperio los ejercitos romanos y los reinos posteriores eran de origen bárbaro, pues fue el diseño que perduró.

Entonces el arma es simple, un cubo de enmangue unido a un hierro largo y fino que se va aguzando y es rematado por una puntita barbada, comencemos. Empecé con una barra de fierro de sección redonda de 1cm de diámetro forjando la punta.


Como se puede ver simplemente aplasté a golpes un extremo de la barra para formar una hoja y adelgacé lo demás, en la foto se ve que que estoy cortando con un cincel, esto es para separar y empezar a formar las barbas.


Como mencioné las barbas son la firma distintiva del angón, le harían al enemigo lo mismo que un arpón a un pez, este es el primer diseño que hice, pero no aparecerá con los terminados porque lo quebré por error jugando: las barbas entre más largas más espectaculares, pero también más frágiles.


Es básicamente fácil de hacer, una vez definida la punta solo resta estirar y adelgazar la barra para formar un astil fino, que se mantenga recto pero tenga propensión a torcerse (no demasiado, no queremos un alambre) ante un impacto, y luego forjar el cubo para encabarlo. El lector avezado habrá notado que con una barrita de hierro de 1cm de diámetro no voy a tener material suficiente para sacar un cubo de enmangue decente, y es bien cierto, por eso tuve que recurrir a una plan suplementario: soldar el cubo de enmangue.

Aplané solo un poco el extremo opuesto a la punta.

 Luego con la segueta o sierra de arco hice un corte fino en esta parte para dividirlo en dos y tener una especie de pico de pato, la foto es muy mala, pero atrás se puede ver el otro angón en espera de recibir el mismo tratamiento.

Entonces le metí un pedacito de chapa de 4mm de grosor, desbasté un poco en forma de cuña el borde que entra en la barra a fin de que encastraran bien, y luego apreté perfectamente el sandwich a martillazos, como sé ve también limpié con el esmeril la chapa, para que el caldeo sea exitoso es importante que ambas piezas estén con el metal expuesto y bien limpio.

Vamos a la fragua y metemos esto hasta que tome una temperatura bien alta, unos 1200° o un amarillo muy brillante tirando a blanco. Al golpear hay que distinguir muy bien entre soldar y deformar, recordando que no se pueden hacer ambas cosas a la vez (ese fue mi error mucho tiempo), se suelda con golpes más bien suaves y bien colocados, comenzando por el medio y desplazándolos a los bordes de la pieza, una vez bien soldado ya se puede golpear más fuerte para cambiar la forma de la pieza. no hay que olvidar ponerle bórax cada vez que se regresa a la fragua:

Aquí ya está sólidamente caldeado el conjunto


Aplasté  el sanwich para bajar el grosor, luego corté con el cincel lo sobrante para quedarme con una forma triangular.


 Lo afino a golpes para estirarlo y reducir el espesor.


Y comienzo a doblarlo en caliente y con cuidado, hasta cerrarlo y conseguir un cono razonablemente bien hecho. Claro que partiendo de una barra más gruesa se puede sacar el cubo de enmangue de la misma pieza sin problemas, solo que habrá que pasar otro rato aplanandola para extender el cubo y para adelgazar el astil, soldar me ha representado ciertamente un gran ahorro de tiempo y trabajo.




Ya solo queda formar bien la punta, en mi caso desde la forja tienen sección romboidal que definí bien con lima y luego con una piedra de afilar. Un punto importante es recocer las astas de fierro, la esencia de estas armas es que puedan resistir muchos golpes, dobleces, reparaciones aún en condiciones precarias que probablemente se harían hasta en frío, o hachazos propinados por un enemigo desesperado porque tiene esa cosa colgando de su escudo y los contrarios se le vienen encima, puede que la doble, pero no debe poder partirla. Así que deben estar bien suaves, se meten a la fragua, se calientan al rojo y se dejan allí toda la noche enfriándose lentamente en las cenizas, a la mañana están bien blandas, listas para recibir castigo.


Y terminamos con algo así, no les di ninguna labor de acabado, los dejé tal cual salieron de la fragua, como algo hecho por necesidad por el herrero de la aldea:


Las puntas habrían sido de simple hierro como toda la pieza, quizá con un templecillo ligero o muy probablemente endurecidas mediante picado, que es lo que yo he hecho.

La punta de arriba tiene la forma más típica de los angones altomedievales, una punta en forma de hoja de laurel con sendas barbas, la otra es más pequeña, no es mayor a la de una flecha, pero me asusta incluso más que la otra por su obscena capacidad de penetración, están sin afilar, quizá me anime a afilarlas para hacer alguna prueba de penetración.
Acá ya con sus astas, simples palos de escoba. El más largo es el de la punta de hoja, mide 1.97m de los que 90cm son hierro, el de la punta pequeña es ligeramente más corto, pero más pesado porque el cubo de enmangue tiene mayor longitud y sobre todo es muy grueso, pesa 800g, el otro debe andar por los 600 y pico.

No tienen filo pero aún así pueden clavarse con una facilidad pasmosa, son armas muy bien pensadas y efectivas. Cuando se arrojan, al llevar todo el hierro y el asta de madera detrás, el peso y luego la tendencia de toda el arma a vibrar al clavarse son aterradoras, es fácil imaginar a un hombre atravesado de parte a parte. Si un angón te llegaba a acertar aún si no fuese en una parte vital, la batalla se habría acabado para ti, con las barbas haciendo presa, sería imposible sacarlo sin hacer una herida abierta muy aparatosa e imposibilitante en poco tiempo, además llevar eso colgando debía ser algo ciertamente incómodo, sobre todo por estar rodeado de tipos tirando alaridos y moliendose a hachazos y lanzadas. Les veo mucho potencial también como armas de caza, me pregunto si su prosperidad tendría que ver con posibles usos múltiples favorecidos por gentes de otras culturas y así diferir drásticamente del pillun romano, objeto completamente militar que dependía de férrea disciplina para ser efectivo, mientras que el angón pudo ser quizá un poco más flexible.

En fin, me voy a seguir trabajndo y ya les mostraré más cosas en breve. Un saludo.