21 de septiembre de 2015

Silla de ruedas para perro.


                      

Hola, sigo vivo y trabajando.  
Algo que me gusta de tener un trabajo tan raro en un pueblo pequeño es que la gente sabe que hago cosas con metal y que soy el hijo que les salió raro a los pobres de mis padres, pero nadie sabe exactamente a qué carajo me dedico (comenzando por mi) y sumado a que me pasa como a Vermeer con sus pinturas, no tengo prácticamente nada terminado que mostrar a mis visitantes pues todo suelo enviarlo por paquetería de inmediato porque ya va retrasado, a veces sin tomarle fotos siquiera. Y esa concepción nebulosa sobre a que hago hace que me caigan cosas peculiares como esta.
Colaboro desde hace unos meses con una amiga que fundó un albergue para perros y gatos, no me considero un animalista en el sentido modernillo de la palabra, en realidad soy una mala persona: como carne, uso cuero y demás partes de animales, me gustan las peleas de gallos y las corridas de toros, escucho heavy metal, adoro al Diablo y jamás le contesto a Dora la Exploradora etc. etc.
Yo me crie entre animales domésticos, hasta tuve una oveja como mascota de niño y ocupaba prácticamente el papel de un perro, gatos y perros en particular siempre tuve. Me encantan los animales pero la verdad fui bastante escéptico al principio cuando mi amiga me invitó a eso, incluso le dejé saber que la ayudaría en todo lo que pudiera pero que no deseaba tener menciones ni participar de forma pública. ¿Pero saben algo? resulta imposible no ablandarse aunque sea un poco una vez dentro.

En la entrada de hoy solo mencionaré un trabajo bastante poco común, de lo más curioso que me han pedido hacer: una silla de ruedas para perro, no daré grandes explicaciones de algo que ya está en la red, además mi método es bastante raro para este objeto. El término “silla de ruedas para perro” no me gusta del todo aunque cumple una función análoga, es más bien un carrito con el que un perro impedido puede desplazarse. La perra en cuestión se llama “Suerte” por razones inherentes a su llegada al refugio, una historia que no tocaré, baste saber que tiene la cadera y las patas traseras dislocadas, además es anciana, hasta tiene los ojos llenos de cataratas, pero su recuperación desde el estado en que fue encontrada ha sido sorprendente, ya está muy bien aunque con las patas atrofiadas. Por esto y viendo el precio de los carros que se consiguen en el mercado mi amiga me preguntó si podía hacerle un carrito para ayudarla a caminar, dije que sí sin pensarlo.
Adaptándome a mis primitivos y rudos medios opté por usar hierro fino unido con remaches, como no. Las ruedas las saqué de un camión de bomberos que me trajeron los Reyes Magos hace mucho, son muy fuertes y ligeras, sobre todo me gustó que el eje es un tubo de plástico macizo y grueso con el hueco bastante amplio y que atraviesa la rueda de lado a lado. Comencé a documentarme en internet para tener una idea de lo que se necesitaba, sobre todo sobre la antropometría de los perros y pude comprobar que hacer uno de estos es algo muy particular, supongo que único en cada caso. Lo digo porque Suerte no tiene las patas inútiles del todo, aunque su musculatura en estas es muy pobre conserva sensibilidad y movimiento, no son tan fuertes como para sostenerla y ni hablar de dar pasos pero puede usarlas para rascarse en forma torpe y hasta apoyarse en ellas e intentar caminar cuando uno la levanta metiendo la mano bajo su panza,  y se niega categóricamente a mantenerlas inmóviles o elevadas, por esto y porque ha progresado mucho decidimos que las ruedas debían carecer de eje entre ellas, a fin de dejar todo el espacio de en medio disponible para experimentar si podía ejercitar sus patas. Las partes en forma de S están unidas con un remache flojo por cual pivotan, así todo el arco tiene movimiento y capacidad de amortiguación, y con sus ruedotas es un verdadero todo terreno.


Entonces este carrito no es un apoyo total, más bien funge como sostén aportando estabilidad, soportando el peso de la parte anterior y permitiendo que use las cuatro patas, aunque claro que la casi toso el trabajo recae en las manos.


Tomar las medidas necesarias a y hacer la estructura fue muy fácil, el quebradero de cabeza fue el ajustar las correas hasta la configuración ideal para su cuerpo tanto para que sirviera como para que le resultara cómodo, haciendo pruebas y pruebas, usé carnaza o serraje y las correas de ajuste las saqué de una vieja mochila.


Hasta que eventualmente llegamos al mejor ajuste que pudimos, y funciona.

Como dije, Suerte ya es muy anciana y no podemos esperar que salga disparada sobre sus nuevas ruedas, pero de andar anda, hemos notado es que desconfía mucho de caminar porque apenas y puede ver, pero si alguien la guía tirando suavemente con una correa o caminado delante y hablándole lo hace muy pero que muy bien.
         ¡Woow Yo quiero uno igual!
Lo hice bastante rápido y es medio tosco y en las correas hasta se notan los ajustes aunque funciona muy bien, fue una buena experiencia, me divertí y ya tengo las cosas más claras por si alguna vez hago otro, hay varios pasos que haría de otra manera pero no dudaré en usar el mismo material pues es con lo que yo me manejo mejor y una estructura remachada así requiere de poco hierro, es bastante ligera y mucho más fuerte de lo necesario.
         A Veces hay que hacer escalas para reponer fuerzas.

 Y ya, pronto más armas.